EL KIOSKO de arte

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jueves, 30 de enero de 2014

El artista y sus obsesiones. Juan Francisco Acuña

Juan Francisco es artista plástico, pero sobre todo, es mi amigo. Nos conocimos hace casi 10 años en un viejo edificio del microcentro porteño atestado de alumnos. El era uno de mis profesores y con su andar cansino y mirada triste deambulaba por el aula todos los martes hasta bien entrada la noche.

Con los años descubrí en él una personalidad tenaz, paciente y detallista. Juan tiene pasiones y obsesiones. En la soledad de su taller se enfrenta a su obra comandado por sus imbricados pensamientos.

Mientras pinto trato de conceptualizar mi trabajo, de indagar en lo que estoy diciendo. Pienso que eso no es quitarle voz a la obra, sino que es tratar de dialogar con ella. Comprenderla de un modo tal que me permita madurar conceptos latentes y quizás conseguir hacerlos emerger.


Entretejido orgánico. 2009

¿Esta conceptualización se desarrolló también en tu anterior obra figurativa?

Creo que cualquier tipo de producción que hagas te lleva siempre de una forma u otra a reflexionar. El trabajo en sí se transforma en obra cuando tiene un sostén abstracto, cuando estas priorizando el cómo sobre el qué. Una imagen te da más seguridad como espectador si es figurativa porque te permite reconocer sin demasiado esfuerzo el referente externo. Pero lo que le da fortaleza y profundidad a ese trabajo, no es lo reconocible y familiar, sino la manera en que fue concebida. Eso es lo que le da contundencia a la obra y a los elementos con los cuales trabajas.

Sin dudas el trabajo de Juan Francisco es contundente, basta con mirar a nuestro alrededor las decenas de trabajos que enmarcan nuestra charla. Sin embargo hay algo en ese modo de disponer los bastidores cubriendo las paredes que me asfixia. Es como si el tiempo real y el de las obras se hubiera detenido para oírnos conversar, y eso me inquieta.



Tejido-des-tejido. 2012


¿Cómo describirías tu proceso creativo?

Es infinito. Mientras estoy terminando una obra ya pienso en que la próxima me va a demandar más tiempo. Supongo que debe tener que ver con que siempre me quiero ampliar, quiero que la superficie me desborde. Pero tal vez se trata de un trastorno. Otra de mis obsesiones y no tiene nada que ver con la identidad de mi trabajo o de mi proceso creativo.

Siempre estoy revisando lo que digo. Necesito saber si lo estoy transmitiendo bien. No puedo dejar de preguntarme si lo que hago puede ser revisto o si puedo hacerlo de otra forma. Si el fragmento que estoy extrayendo es el correcto. Mi discurso, como algunas de mis pinturas, se transforman entonces en algo circular, encerrado en sí mismo.

Incansable, Juan Francisco no cesa de producir y de capitalizar sus obsesiones en trabajos de largo aliento. Sus obras son testigos privilegiadas de esas largas sesiones creativas en las que, solo y alienado como siempre dice, pinta un cuadradito detrás de otro inmerso en el olor a esmalte y aguarrás. 
Cuando termina la entrevista ya es de noche y algo me dice que de nuevo va a dormir poco, se quedará pintando. Y reflexionando.

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